Vengo realmente indignado de ver el programa La Isla que emiten en la Sexta. Muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero al menos quiero exponer mis argumentos por si a alguien le abro los ojos respecto al maltrato animal gratuito y morboso.
Para quien no haya visto el programa, se trata del típico reality en una isla desierta en el que dejan a varios concursantes. Novedoso, ¿verdad?. Bueno, en realidad presumen de varias novedades: no hay vencedor, están completamente solos en la isla (ellos mismos se graban), y tienen que subsistir capturando, cazando y recolectando por sus propios medios.
Y aquí es donde se me hincha la vena conservacionista. Para deleite del público catódico se muestra la captura y muerte de un caimán por parte del grupo de hombres (me he debido de perder el capítulo que explica por qué no hay mujeres).
La escena debería despertar al menos un atisbo de pena por el animal y la penosa emboscada a la que se le somete. Alguien me podría reprochar que se le mata de una forma rápida (machete). ¿Podria conceder que al menos no ha muerto apaleado hasta reventar?.
La verdad es que da pie a sospechar que la escena esté más que manipulada. Pero concedámosle el beneficio de la duda.
El problema de esta escena, en pleno prime time, y anunciada hasta la saciedad antes y durante el programa como el clímax del capítulo, está en el mensaje antropocéntrico que se manda a los espectadores.
Según el presentador, la muerte del animal aunque nos de pena queda justificada por el objetivo de la supervivencia de los participantes. Pero, espera, para un momento que me bajo. ¿Qué supervivencia?, ¿de qué me hablan?.
Estos hombres comían y bebían en su casa hace un mes, después les han llevado y soltado en una isla para entretener al consumidor de tele durante al menos mes.
En conclusión, los animales cazados y expuestos en el programa para alimentar a los concursantes no han muerto para salvarles, han muerto para satisfacer las ansias de morbo de los espectadores. Y no hay hecho más antropocéntrico que usar la naturaleza para provecho propio por puro entretenimiento.
EL AMBIENTÓLOGO 